El título del presente artículo trata de reflejar una verdad evidente. El reciente disco de Sean Lennon tiene una carga pesada del sonido de su padre. ¿Es esto algo malo? En mi opinión no, porque si hay alguien con el legítimo derecho de crear musica al estilo John Lennon debe ser una persona con su misma sangre y sensibilidad. Debemos tener en cuenta además el pulcro trabajo de producción que este album representa. Sean tomó influencias evidentes en su vida: la voz melancólica de John, algunos coros, guitarras y arreglos de los fab four; y por último la pulcritud en el acabado que a todos nos enseñó el gran Brian Wilson.
Enfocándonos en las letras, el mismo Sean se ha encargado de explicarnos que la inspiración de este album la sacó de un desamor: encontró a su enamorada Bijou Phillips con su mejor amigo, el cual increiblemente falleció en un accidente. Como es lógico entonces, las letras son tristes, hablándonos de la dificultad de las relaciones y de la tragedia del rompimiento. Un ejemplo para ello es la canción de apertura: Dead Meat; mientras que Wait For Me parece increiblemente un calco -sin perder calidad- de I´m Only Sleeping del Revolver. Dejémonosnos de medias tintas, esta canción, así como este album, y muchos de los trabajos modernos no existirían sin la obra maestra del año 66. Las canciones siguientes Parachute, Friendly Fire, Spectacle, Tomorrow y On Again, Off Again son la conjunción de sonidos encajadas armoniosamente sin perder calidad por un segundo. Mientras que las guitarras de Headlights nos hace recordar a las guitarras de Harrison en My Sweet Lord.
No importa que un artista de la talla de Sean Lennon se demore 8 años en mostrarnos un compacto si éste tiene la calidad de Friendly Fire; y es que si bien ha transcurrido ese tiempo desde el lanzamiento de su prometedor Into The Sun, ha valido la pena la espera. Aquellos que aún sienten nostagia por la disolución de The Beatles el 10 de abril del 70 o por la muerte de John Lennon en el 80, Friendly Fire los ayudará a paliar su melancolía, pero a punta de melancolía pura.
Por: Diego Escalante
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